El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que produce un deterioro físico y mental progresivo afectando al pensamiento, la memoria, el lenguaje y el desarrollo de las actividades de la vida diaria.

El Alzheimer comienza primordialmente con pérdida de memoria y suele ser detectado por su familia y amigos. La persona tiene cada día olvidos relativos a encargos o citas, dónde pone sus objetos, qué dijo momentos antes, qué hizo con anterioridad, etc.

Pueden aparecer otros síntomas, aunque de forma más sutil:

• Pérdida de la capacidad y disposición para realizar cosas.
• Cambio en la destreza que se tenía para conseguir algo.
• Pérdida del sentido de la orientación en cuanto al tiempo y al lugar.
• Pérdida de la fluidez en el uso del lenguaje.
• Pérdida en el comportamiento reflexivo y sensato para cumplir deberes elementales, normas o costumbres de cada día.
• Pérdida para pensar en abstracto, tener nociones, entender cuestiones aritméticas, describir un poco más allá de su forma, color, estructura o proporción.
• Pérdida en la manipulación de objetos y cosas muy familiares, en la actividad gestual, en la realización de gestos simples que no impliquen objetos, como los de mímica.
• Pérdida de interés, iniciativa y motivación, con dificultad para concentrarse mentalmente en algo.
• Retraimiento en el trato con los demás, cambios bruscos e inmotivados hacia el mal humor.
• Pérdida de la noción de sí mismo y cambio claro de la personalidad.

El curso de la enfermedad de Alzheimer puede ser más o menos largo en función de múltiples variables, así como del estado general de salud de la persona enferma y los cuidados a los que está sometida.

Existen dos tipos de enfermedad de Alzheimer: de inicio temprano y de inicio tardío, que es el tipo más común. En el primero, los síntomas aparecen antes de los 60 años, es mucho menos común y es responsable de sólo el 5% al 10% de los casos. Sin embargo, tiende a progresar rápidamente. La velocidad de progresión es distinta para cada persona. Si la enfermedad de Alzheimer se desarrolla rápidamente, es probable que siga progresando de la misma forma, pero si ha sido de desarrollo lento, probablemente seguirá un curso lento.

Farmacológico

Se utilizan los anticolinesterásicos o inhibidores de la acetilcolinesterasa, fármacos que elevan los niveles de acetilcolina en el cerebro. Tacrina, donepezilo y rivastigmina son los fármacos indicados en las primeras etapas de la enfermedad. Con estos medicamentos se mejoran las fases iniciales y moderadas de la patología, retrasando el deterioro de la memoria y la atención. Este tipo de tratamiento se combina con otro sintomático, que se administra, a medida que el paciente va denotando varios síntomas que acompañan a la enfermedad, como la depresión, estados de agitación, alteraciones del sueño, o complicaciones más tardías.

No farmacológico

Se trata de una serie de actuaciones terapéuticas dirigidas al enfermo para mejorar su bienestar y mejorar su calidad de vida. Los tratamientos no farmacológicos tienen como objetivo ejercitar y reforzar las capacidades cognitivas que todavía preserva al enfermo, sin pretender recuperar las ya perdidas. Según numerosos estudios, está comprobado que la adecuada combinación de ambos tratamientos produce en la persona enferma una evolución más lenta sobre todo cuando se inician en fases muy iniciales de la enfermedad.